No confesaré esto nunca en público, pero a mí me encantaron en su día; tenía todos los elementos que me gustaron de las originales (espadas láser, naves espaciales, robots…) pero con efectos especiales más creíbles e impresionantes. ¡Larga vida a los jedi!
Sin embargo, cuando hace unos años Disney compra Lucasfilms y anuncia que van a hacer una nueva trilogía mi corazón se inunda de emoción y miedo a la vez, han pasado 10 años… ¿Me seguirán gustando las espadas láser, las naves espaciales y los robots?
Se estrena el Episodio VII y se confirman mis sospechas, Star Wars sigue molando chipirones en vinagre. Pero se siembra en mí una duda… Me gustan, salgo flipando del cine, lleno mi casa de merchandising, me aprendo los diálogos de memoria, pero… los personajes han cambiado, los efectos se han actualizado, la forma de contarlo es diferente, pero el argumento global ¿no es exactamente igual al del Episodio VI?
¿Divulgamos siempre lo mismo?
Con la divulgación científica me pasa un poco como con Star Wars: me parece que se cuenta muchas veces la misma historia. Una historia que me enamora, pero que acaba por dejar de sorprenderme. Con historia en este caso me refiero a temática. ¡Qué alce la mano el que sepa qué es el gato de Schrödinger! ¡Qué se levante todo aquel que me pueda definir que es el horizonte de sucesos de un agujero negro! ¿He oído transgénicos? ¡Marchando una analogía “la entropía es como el desorden de mi habitación”!
Seguro que por poco que hayas consumido algo de divulgación científica habrás oído hablar sobre todos estos conceptos.
Recuerdo mi primer año como estudiante de física. Por aquel entonces ya era un frikazo y me tragaba todos los documentales de física que tenía a mi alcance, además de consumir compulsivamente blogs de divulgación. Armado con este “trabajo adelantado” a mi espalda, y con cierta prepotencia debo admitir, iba a clase pensando que conceptos nuevos, en el primer año, no me iban a enseñar ninguno. ¡A mí! Yo que ya me sabía todos los postulados de la mecánica cuántica y sabía diferenciar entre relatividad general y especial, ¡ja!, la física general que se daba en primero me la debería saber al dedillo.
Pues no. Efecto coriolis, el punto ciego del ojo, efecto magnus, capa límite… Y eso solo en primero. Resulta que hay un montonazo de conceptos alucinantes que podemos experimentar día a día que como consumidor de divulgación científica no conocía. Hoy, bastantes años más tarde y con una visión un poco más desde dentro, veo que la cosa no ha cambiado demasiado.
No quiero que me malinterpretes. Estamos viviendo una explosión enorme gracias a internet en cuanto a la divulgación científica: más gente la hace y más gente la consume1 y, sin embargo, creo que la cantidad de temas no ha crecido tanto: en física, por ejemplo, ganan por goleada la cuántica y la cosmología, mientras que apenas veo cosas de física de la atmósfera o física estadística, por ejemplo. ¿El mundo cuántico o el espacio tienen un mayor interés de forma inherente? Sinceramente, yo creo que sí, la física extrema de lo más pequeño o lo más grande tiene cierto atractivo morboso, pero que eso no nos sirva de excusa; no sobra divulgación en esos temas, la falta en el resto. Hay divulgadores geniales que nos maravillan con las locuras de la mecánica cuántica o lo asombroso que es el espacio pero ¿por qué no un próximo Carl Sagan que hable de dinámica de poblaciones?
Si alguna vez le enseñas una peli de Star Wars a un profano que no las haya visto, probablemente lo que más le llame la atención sean las luchas de sables láser o batallas espaciales de naves, pero que no se quede allí: hay carreras de vainas, intríngulis político, diálogos cómicos entre robots, historias de amor, persecuciones frenéticas, dramas familiares… No nos quedemos en lo más reconocible, ¡hay mucho más por dar a conocer! ¡Qué la fuerza nos acompañe y nos atrevamos a divulgar toda la ciencia!